Una copa debe estar diseñada para percibir el color, los aromas y el gusto del vino, luego debe ser totalmente transparente, con forma capaz de concentrar en su boca el máximo de aromas y ser de cristal fino, liso y sin adornos.
Los vidrios esmaltados árabes de los siglos XII a XIV inspiraron la industria del vidrio mediterráneo, de los vidrios venecianos de murano que alcanzaron gran popularidad y fue en el siglo XVI cuando comenzaron de nuevo a emplearse esbeltos recipientes de vidrio para el consumo, pasando de piezas pesadas muy decoradas, a copas más ligeras, dentro de esta tendencia pero ya en el siglo XVIII nació la copa flauta para champagne, sustituyéndose las copas talladas, esmaltadas y de colores, que en principio ocultaban defectos en vinos blancos o con sus irisaciones embellecían el color de los tintos, por copas completamente transparentes para conocer las verdades del vino.
Aparecieron formas sin pie para consumo habitual y otras formas para consumos especiales. Los tamaños y formas, en el siglo XIX, se intentaron adaptar a los tipos de vinos que en ellas se consumían. Fue a finales del siglo XVIII cuando comenzaron a utilizarse las vajillas y por tanto las copas en las mesas.
Cada región vitícola creó prácticamente sus tipos de copas que pasaba de formas cónicas, a formas troncocónicas, acampanadas, cubiertas o descubiertas, esféricas o en balón, cilíndricas, etc, de alturas no definidas y que dependían del gusto del artista o del cliente normalmente con pie, aunque este pie se definió a principios del siglo XIX como fino y capaz de permitir agitar la copa fácilmente que debe ser amplia y ligeramente cerrada en su borde para retener los aromas en su boca.
Es claro que un vino no se mejora por la copa, pero no es menos claro que un buen vino resulta mucho menos atractivo en un recipiente no adecuado.
Ello conduce a la definición de tipos de copas para champagne, cavas y espumosos que queda definida como tulipa ensanchada en su base y esbelta, aunque durante un tiempo y por motivos sociológicos (por decirlo de alguna manera) estuvo de moda la copa abierta y plana y luego las copas cónicas para el cava.
Posteriormente se definió un catavinos, que se generalizó en su empleo, como una tulipa corta más ensanchada en su base y con pie y tubo más cortos que el actual catavinos normalizado que tomó forma a partir de la copa jerezana de fino e inspirada en la copa sauternes en sus dimensiones.
No obstante también se utilizaron en catas técnicas los tastavins o conchas técnicas, aún hoy sólo son emblemas de algunos grupos enológicos.
Recuperar y mantener aromas, así como aumentar la superficie pero no el volumen total de vino en las copas, condujo a la amplia gama de copas balón actual.
Una dimensión nueva a la copa la aportaron los países nórdicos con sus vajillas con pie compacto y pesado para evitar el vuelco del vino y hoy tomadas como modelos de diseño en el modernismo de las copas de cata.
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